Naturaleza urbana en sociedad

El Jardín del Prado

Hace meses que sigo con curiosidad la actividad publicada en redes sociales y en otros medios de comunicación por Eduardo Barba, en relación a la curiosa combinación de un jardinero que se asoma con asombro a las obras pictóricas del Museo del Prado. Os invito a acompañarlo en su paseo botánico por las obras de los grandes maestros del Museo del Prado, así como por otras obras de otros maestros de otros museos; pero también por la cotidianidad de lo pequeño, por el recuerdo de aromas, paisajes y momentos. Acércate, te lo explico con detalle, por qué este libro me ha cautivado.

Curiosa mezcla de verde y arte. Para los que os asomáis a este blog desde sus inicios habréis percibido que, además de tocar entre otras temáticas la parte técnica del verde urbano y su gestión, en un lenguaje accesible a todos, se alternan en este blog artículos publicados con contenidos que tratan de aproximar el verde a la literatura, el arte y porqué no, a la ciencia. En esta línea, escribí un post hace meses que rescato y recupero para el presente.

Pues bien, en esa curiosa casualidad o causalidad, hace apenas unas semanas recibí un correo de Eduardo informándome de la presentación del libro cuyo título reproduzco como cabecera del artículo. De mi respuesta sobre la curiosidad que me generaba dicho libro, recibí en nada un ejemplar en casa. El libro me ha secuestrado desde el principio, y varias son las aportaciones que quiero reseñaros:

  • Aprecio la Curiosidad, porque a través de esta Eduardo nos descubre las obras del elenco de autores elegido.
  • Modestia, el libro está escrito en un lenguaje amable y comprensible para los profanos del arte, no resultando pretencioso.
  • Cercanía, porque desde esa faceta verde nos acerca a autores clásicos “olvidados” y nos traduce su obra en un lenguaje ameno, que no simple.
  • Respeto y relevancia, porque como Aina S. Erice, en su último y reciente título “el libro de las plantas olvidadas”, nos descubre plantas del pasado, con sus curiosidades y las supuestas razones que motivaron a los autores a incluirlas en sus obras. A través de la asociación obras pictóricas - verde, el autor nos hilvana un recorrido que vuela desde su pasado, la infancia, con el recuerdo de usos y plantas distintas o coincidentes a las que los autores reflejan en sus obras. 
  • Destaca su inquietud por aprender, sus viajes, y su permanente capacidad de observación, (Un poco en la línea del tío Matt, de los Fraggles, ¿Os acordáis?).
  • Resulta relevante como Eduardo describe la emoción, como recoge este sentimiento sin caer en la ñoñería, algo que todos hemos sentido en alguna ocasión, el placer del disfrute de la observación de una obra pictórica, un paisaje, o un rincón.
  • El placer de observar el comportamiento de las plantas, y la lectura de sus necesidades para acertar en el cuidado de estas. Reseñables las charlas con su vecina, y sus pruebas “ensayo-error”.
  •  Y, como colofón, la importancia de compartir experiencias, comunicar, y ser docente motivado en el placer de enseñar.


Se trata en definitiva de un libro que te engancha y te hace desear avances en su actividad investigadora, esperando que surja una continuidad a esa manera de transmitir, fusionando arte y verde, con muchas más cosas, mezcla fusión, rica e intensa. 

 

Inma Gascón

Ingeniero Agrónomo

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