Naturaleza urbana en sociedad

Pequeña reflexión a propósito de los verdes en nuestras ciudades.

¿Qué echas en falta en la aproximación de tu ciudad a la naturaleza? Os propongo esta reflexión a propósito de los verdes en nuestras ciudades.

En los paseos por mi ciudad de provincias me pregunto sobre si las estrategias de los que deciden como incorporar la naturaleza en la ciudad son correctas: grandes parques, bosques y huertos “urbanos” ocupan las más populares soluciones en el planeamiento e iniciativas municipales. Cada ciudad quiere su pequeño Central Park o Bois de Boulogne. No hay ciudad que recogiendo la última (ya no tan reciente) moda en sostenibilidad y crítica a los modelos que dan forma a nuestras rutinas, no se resista a incorporar amplias zonas destinadas a huertos urbanos.

La duda que me asalta es si éstas son soluciones acertadas para pequeñas ciudades, donde el campo, el bosque, la naturaleza, están al alcance de un corto desplazamiento. ¿No son quizás estas vastas zonas “verdes” una reminiscencia de épocas en las que el higienismo ocupaba el pensamiento y la acción urbanas; o soluciones que simplifican la gestión, la garantía de seguridad y el mantenimiento; o simplemente la transposición de planteamientos adecuados para grandes ciudades, en las que otras pequeñas inevitablemente se miran buscando rumbo y actualidad? ¿Es la relación que estos esquemas proponen, entre individuo y naturaleza o entre individuos en la naturaleza, la más deseable entre las posibles?

Yo echo en falta jardines. Muchos. Pequeños. De la escala de mi barrio, diría de mi calle. Con rincones para perderse y esconderse. De escala humana y no urbana o paisajística.

Los Planes Parciales, los que ordenan las zonas donde la ciudad crece, tienen predilección por resolver las exigencias de reserva de espacio “libre” (increíble constatar como la calidad de nuestras zonas ajardinadas decayó a la par que las palabras que las describen. “Espacio libre”, “Zona verde”, “Parque”... no evocan lo que “Jardín”) en una única gran área. En este particular uno preferiría más espacios y más pequeños, incluso siendo la superficie total inferior. Poco hay que rascar en la ciudad consolidada (salvo pelear algún rincón o solar capaz de convertirse en un futuro jardín), pero bien estaría cambiar esta inercia en el diseño de los crecimientos de nuestras pequeñas ciudades.

Rafa Vidal

Arquitecto

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