Naturaleza urbana en sociedad

Cultivar la esperanza

Paco rezuma energía positiva. Nos conocimos en Iberflora en una comida improvisada y supe que sería uno de los nuestros. Hoy nos habla de la importancia de cultivar la esperanza, para los pequeños que ya son y para los que vendrán. Y no defrauda. Gracias Paco, espero sea la primera de más participaciones, necesitamos compartir y posibilitar. No podemos lanzar la toalla, hay mucha gente que está trabajando por el bien común. Y sí, también son cada vez más y con más ganas de ayudar, de colaborar, de investigar, de luchar por un futuro mejor para las próximas generaciones. Cuidar de la naturaleza será la única salida que tendremos como especie que debe aprender a ser consciente que tan solo somos una especie más, que somos seres interdependientes y que todo está relacionado en los ciclos de la vida.

Todos los días, de buena mañana, la gente de la huerta empezaba su jornada de trabajo asomándose por las ventanas de sus casas, lo hacían con la intención de leer el paisaje del que formaban parte. Miraban, con los ojos cargados de experiencia, a un cielo lleno de palabras con forma de nubes, a unas líneas invisibles que dibujaban los vuelos de las golondrinas o a unas letras cursivas tumbadas por el viento que soplaba de levante o de poniente; palabras, líneas y letras que pocas personas hoy llegan a entender porque al lenguaje de la naturaleza solo se puede acceder con el compromiso de entregarte a ella y amarla para siempre.

De la naturaleza, tan solo de la naturaleza, aprendieron que el esfuerzo necesario para los trabajos del campo era más ligero y más agradable si unos ayudaban a los otros. Todavía queda una bonita expresión coloquial de la gente de la huerta de Valencia, “a tornallom” que quiere decir eso precisamente, que el egoísmo no tiene lugar entre las personas que se ayudan.

 

Pero la dura realidad es que son recuerdos del pasado, de mi infancia y de mi adolescencia, después vino la tecnología, las promesas de un mundo mejor que se justificaba en que llegaríamos a trabajar menos, que seríamos más autónomos, más competitivos y que ya no dependeríamos de otras manos ni de otros brazos que antes nos acompañaron; olvidamos que esas manos y esos brazos formaban parte de nosotros como si fueran de nuestra familia. Nos engañaron.

Esa pérdida tan significativa se ha extendido como una mancha de aceite por demasiados rincones de nuestro planeta, los seres humanos somos cada vez más y por el contrario, cada vez respetamos menos otras formas de vida. El ritmo al cual desaparecen muchas especies es alarmante, la contaminación que producimos, la emisión de gases de efecto invernadero y el calentamiento global son problemas que van haciéndose más grandes y siempre por el mismo motivo, nuestro egoísmo.

Pero no podemos lanzar la toalla, también hay mucha gente que está trabajando por el bien común, Y sí, también son cada vez más y con más ganas de ayudar, de colaborar, de investigar, de luchar por un futuro mejor para las próximas generaciones.

 

La educación ambiental nos enseña los valores y la importancia de cuidar de la naturaleza, porque cuidar de la naturaleza será la única salida que tendremos como especie que debe aprender a ser consciente que tan solo somos una especie más, que somos seres interdependientes y que todo está relacionado en los ciclos de la vida.

 

Tenemos que mantener la esperanza, es también mi función como educador ambiental, motivar el interés por el medio ambiente impulsando una participación cada vez más amplia y más activa para resolver los problemas que generamos, adoptando las medidas que sean más adecuadas, poniendo todas nuestras fuerzas para conseguir la protección y mejora de los espacios naturales de nuestro territorio, del éxito de su conservación depende en buena parte la riqueza de la biodiversidad que nos sustenta.

Mucho debemos aprender de la gente más joven, de nuestras niñas y de nuestros niños, que ven lo mejor de las personas, que tienen una capacidad maravillosa de sorprenderse, que piensan que no hay nada imposible, que ponen el corazón en todo aquello que hacen y que no se esconden para expresar sus emociones.

Por ellas y ellos, por todas las formas de vida, por nuestro planeta, lucharemos.

Francisco Marco

Educador ambiental, docente, técnico en agroecología y especialista en jardinería ecológica.

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