Naturaleza urbana en sociedad

Verde que te quiero, Verde: La horticultura como terapia

Manuel Pomar, colaborador ocasional del blog apuntaba en un artículo de principios de año a los beneficios del contacto con el verde, desde bosques a pequeños huertos. En un momento donde las personas mayores andan con miedo a la distancia social, Leila profundiza en esta ocasión sobre ello, en un interesante artículo, apuntando a los primeros pasos de una organización nacional orientada a promocionar el contacto habitual con el verde en terapias encaminadas a la mejora de ciertos procesos de salud.

Ahora que estamos en la “nueva” normalidad, la tendencia es a hacer balance de estos meses que hemos pasado encerrados y aislados del mundo exterior. Muchas personas han estado encerradas en la ciudad en un piso que, con suerte, tiene unas agradables vistas y, los más afortunados, han podido disfrutar de una terraza. De repente se ha envidiado la vida en el campo por esa sensación de libertad, de respirar aire puro, estar en la naturaleza y no encerrados entre cuatro paredes. ¿Cuál es la razón? Posiblemente la palabra biofilia pueda explicarlo perfectamente. Este término describe nuestra relación innata con la naturaleza y los seres vivos que la componen porque, desde su origen, el hombre ha crecido y evolucionado con la naturaleza. Ha sido en el siglo XX cuando las personas han iniciado masivamente su desconexión y se han trasladado a vivir a las ciudades, evolucionando hacia seres biofóbicos. Con esto no quiero decir que haya sido la tónica general, pero muchos de nosotros/as, que nos hemos criado en la ciudad, hemos experimentado en algún momento algún sentimiento o reacción de este tipo. Debemos aceptar que conocemos más marcas de móviles, coches o de cualquier otra tecnología, que tipos de pájaros, plantas o insectos. Como consecuencia nuestros/as hijos/as sufren el síndrome de déficit de naturaleza. No es culpa nuestra, la sociedad nos ha empujado hacia esta tendencia y nos hemos dejado llevar. Si algo es cierto, es que no todo está perdido. En nosotros/as está la responsabilidad de tomar la decisión de optar por otro paradigma donde la naturaleza se integre en nuestras vidas, en nuestras ciudades y en nuestras acciones. 

La pandemia ha provocado una creciente necesidad de estar al aire libre, de mejorar nuestro bienestar y de replantearnos muchas cosas sobre nuestra vida. Una consecuencia positiva es el aumento en la demanda de huertos urbanos y de la compra de material para montar huertos en terrazas, con la consecuente compra masiva de plantas, flores y semillas. También ha crecido el interés por irse a vivir al campo o a las afueras de las ciudades, realizar viajes a la naturaleza y un largo etcétera. Y es que, si algo se ha demostrado a lo largo de la historia es cómo la naturaleza beneficia nuestro bienestar y, sobre todo, a nuestra salud mental. Ya en el antiguo Egipto los médicos de la corte prescribían paseos en los jardines a los miembros de la realeza que tenían trastornos mentales. Este tipo de práctica también se realizaba en otras civilizaciones como en Mesopotamia, Alejandría y Persia. Todos/as los que hemos estudiado o leído acerca de la historia de los jardines tenemos en mente los Jardines colgantes de Babilonia, cargados de una belleza extraordinaria. Con gran variedad de vegetación, flores con fragancias cautivadoras y circuitos con agua circulando a lo largo del jardín relajando nuestros sentidos. Con el paso de los siglos, a pesar de que existía una conciencia generalizada de los beneficios del contacto con las plantas y la naturaleza sobre nuestra salud mental, no fue aceptado este enfoque en el ámbito clínico como tratamiento hasta finales del siglo XVIII. En esa época muchos hospitales contaban con jardines o espacios en el exterior y, afortunadamente, el uso del huerto y el jardín se fue ampliando a otras dolencias, patologías y discapacidades. Hasta llegar a nuestra época, en la que es difícil encontrar un hospital que tenga jardín y, menos aún, que lo utilice como herramienta para la terapia.  

Hace más de 40 años que existe una disciplina llamada Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica (Social and Therapeutic Horticulture, en inglés) que se puede estudiar principalmente en los países anglosajones y de la que ha nacido la profesión del Terapeuta Hortícola . Una profesión que apenas es conocida en España y compagina conocimientos del área de las ciencias de la salud, en particular de la Terapia Ocupacional, con el área de las ciencias naturales, la agricultura y el medio ambiente. Es una de las terapias que se pueden realizar en y con la naturaleza, junto con otras que quizás sean más conocidas como los baños de bosque, la terapia de aventura, la terapia con animales, etc. Afortunadamente en España existe un potencial aumento en la oferta de este tipo de terapias, tan extendidas en Europa, en las que cada vez más personas orientan sus carreras profesionales. 

El huerto y el jardín nos ofrecen beneficios terapéuticos que ayudan a disminuir los niveles de estrés y fatiga mental, aumentando los niveles de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. También ofrecen beneficios a nivel físico, cognitivo y social. La labor del Terapeuta Hortícola es mejorar o mantener esos niveles según sea la situación de la persona. El terapeuta utiliza el huerto y el jardín como medio para la terapia y la rehabilitación, porque comprende y empatiza con las necesidades individuales de la persona. Por poner algunos ejemplos: la inclusión laboral de personas en riesgo de exclusión social a través de un programa en el que se potencia las habilidades laborales; el fomento de un envejecimiento activo; la recuperación a nivel físico y mental de un infarto; evitar el aislamiento social en personas vulnerables; la estimulación cognitiva en personas con demencia; etc. La Horticultura y la Jardinería con fines sociales y terapéuticos no sustituye en ningún caso a un tratamiento médico-clínico, se considera un servicio complementario -coadyuvante- que se ofrece desde los diferentes centros y entidades donde se desarrollan. 

En España existe, desde hace unos años, la Asociación Española de Horticultura y Jardinería Social y Terapéutica, que nace con el objetivo de formar, divulgar e investigar en este ámbito, además de ser una plataforma que permite conectar a profesionales y entidades, tanto a nivel nacional como internacional. Una entidad muy necesaria de la que tengo la suerte de formar parte. Si quieres saber más sobre este tema, no dudes en enviarles un correo electrónico.

Leila Alcalde

Terapeuta Hortícola

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